Una Estación de Trenes al Fondo del Horizonte.

1. Tarde de Noviembre.

Carlos cierra la puerta, levanta la frente y se sorprende, pues frente a el se encuentra la mujer mas hermosa del mundo. Diana es su nombre y es Ella quien hace que el corazón de Carlos palpite y que cada uno de sus poros concuerden en provocarle tremendos escalofríos, de esos que duran segundos eternos donde muy pocos saben que hacer.

La vio fijamente a los ojos durante un largo tiempo, sin poder mover ni un musculo, recordó como era Diana hace 20 años cuando el viento de las praderas golpeaba su pelo y ella reía de cada una de las cosas que Carlos hacia para causarle una sonrisa. Recordó la vez que se escaparon de preparatoria solo para ir a las albercas del ayuntamiento, eran días de grandes nubarrones que impidan cualquier entrada del sol, las albercas estaban solas, pareciera como que si la ciudad entera se había puesto de acuerdo para darles tan solo un momento de tranquilidad.

Carlos se sumerge desde la orilla y emerge detrás de Diana, dándole una tremenda sorpresa, ambos ríen, ahora es Diana quien decide sumergirse, Carlos le sigue y en un lapso de nula gravedad, de sonidos extraños y luces tenues, el milagro por fin sucedió: Los labios de ambos se reunieron para grabar en un micro-segundo, el mejor momento de sus vidas.

Lastimante la idea de don Antonio, papa de Diana, que decidió darle un buen estudio a su hija, en una de esas universidades publicas del centro del país; lastimosa la vida de Diana y Carlos que su destino les definió estar separados aparentemente, por el resto de su vida.

Carlos respetado abogado mercantil que vive en una ciudad pequeña del pacifico, hombre carismático pero solitario. Diana renombrada Ingeniera en Sistemas que ronda por las grandes urbes del país, mujer muy solicitada pero poco amada.

-Carlos, es asombroso saber que después de tanto tiempo, aun sigo sintiendo la misma sustancia que se esparce en mi cuerpo desde la primera vez que te vi- Dijo Diana rompiendo el silencio...

CONTINUA...