jueves, 20 de junio de 2013

Llanos de Torreon


Cabalgaba en el arenal, con solo medio galon de agua que no pensaba beber, Ramiro, mi caballo la necesitaba mas que yo. Faltaban solo 8 millas para llegar a Torreon, 8 millas de desierto infestado de tropas estadounidenses que juzgando por mi aspecto me detendrían y me torturarían casi hasta la muerte, solo para darse cuenta que yo no se nada de ese tal Villa. No seria el primero que lo sucediera algo como eso.

Resaba por salir del arenal lo mas rápido posible y así adentrarme a las montañas, tomar el camino largo era la mejor opción, si bien seguiría siendo presa de la caballería, tendría mas opciones de huir, ademas rodear se compensaría con la sombra ocasional de los fresnos, y podría cortar quelites para la comida. Es extraño que cuente esto, pues en verdad jamas llegaría a las montañas y jamas en mi vida regresaría a torreón.

A media milla vi a un indio montado en un caballo café observándome fijamente, llevaba una escopeta en su espalda y no parecía que yo fuera de su agrado, era una mala señal pero continué caminando fingiendo que no me preocupaba. No se trataba de un Indio mexicano, se trataba muy seguramente de un navajo, que servia como centinela al ejercito americano.

Pasaron 5 minutos después de haberlo encontrado cuando de pronto lanzo un grito raro seguido de 3 disparos al aire, me di la vuelta sin pensarlo y corrí a todo galope hacia al sur, no mire atrás en ningún momento hasta que ramiro perdió el ultimo aliento, vi como un tremendo polvaderal se iba haciendo en el horizonte, me perseguía un pelotón entero. Hice echarse a mi cabello, me tire al suelo y cargue mi fusil junto con mi pistola, sabia que me matarían pero no me iría sin al menos llevarme a uno de los suyos.

No estaba asustado, aunque debería de estarlo pues no tenia a donde ir, a cualquier lado que fuera me encontrarían tarde o temprano es la principal desventaja del arenal, que prácticamente solo la curvatura de la tierra le puede darle relieve, cualquiera puede encontrarte, cualquiera puede verte.

La nube de polvo se acercaba cada vez mas, hasta que por fin pude verles completamente, eran 30 hombres  llevaban lentes para protegerse de la arena y caballos de buen tamaño, casi hasta tras vi al navajo que alerto de mi presencia.

Espere a que estuvieran a una distancia considerable antes de disparar, mientras tanto no apuntaba, quería evitar que ellos dispararan primero, aunque me querían vivo si me veían apuntarles sabia que me tirarían a matar.

Se lanzaron sobre mi agitando sus banderas y yo dispare como loco, mi caballo recibia decenas de disparos, intento levantarse pero entonces en una oportunidad le dispare a su cabeza y continué en el combate que aunque era de unos cuantos segundos, me parecía que duraba días enteros. Cuando se acercaron lo suficiente se dividieron hacia los flancos, no había matado ni a uno solo, se lanzaron a mi y yo continué disparando hacia ellos aunque sin esperanza de sobrevivir, pero para mi sorpresa retornaron hacia el norte de nuevo, pues un grupo del ejercito de federal les había sorprendido disparando ametralladoras y sus rifles Mondragon, la superior cadencia de fuego mexicana no pudo ser superada y dos jinetes americanos cayeron al suelo,  se lanzaron en retirada y todavía alcance a herir de muerte a uno de ellos, que mas sin embargo no callo al suelo y siguió avanzando con la inercia que llevaba unos cuantos metros mas

Al llegar la tranquilidad de nuevo al arenal lo primero que hice es mirar si me habían herido, para mi fortuna no paso nada. tome el agua que quedaba y bebi un buen trago. El teniente de la escuadra bajo de su caballo y dio ordenes a un jinete, no entendí que le dijo pero este salio a todo galope hacia el sur. Después el teniente se acerco a mi

-Quiero pensar que eres cazador, ¿O no lo eres? -Me pregunto-
-Lo soy, traigo algunas pieles tómelas en agradecimiento, que no me gusta deber favores-Le respondí.

El se rió en un torno burlesco y se torno de nuevo a mi.
-¿Crees que te defendimos?, hay una linea trazada los gringos no pueden pasar mas allá de torreón, pero se han venido pegando demasiado últimamente, son ordenes de alto rango repelerlos cada vez que se metan mas allá de sus limites-Me dijo.
-Pues entonces, con su permiso seguiré mi camino- Le conteste, de manera respetuosa.
-No te recomiendo que lo hagas, tienen una división entera en torreón, van a regresar, mas vale que no te encuentren en el camino, o peor aun en el pueblo.

Tenia razón, lo mejor era regresar a Zacatecas o Durango y esperar a que todo se tranquilizara, eso no parecía que fuera pasar, las cosas en la región se ponían cada vez mas delicadas.

-Regresare al sur-le conteste.
-Adelante-Me dijo.
Cuando intentaba recoger mis pertenencias vi como el polvo se volvía a levantar, al rededor de 500 hombres con el traje café característico del federal se acercaban, al frente un hombre de aspecto robusto dirigía el contingente, dividió sus tropas en flancos y escondió su artillería entre las piedras.

El teniente dio un informe mas detallado al general, entonces el volteo a mi y lo reconocí, era Artea sabia de mi y de mi trabajo, me había escapado de sus garras muchas veces, pero ahora me tenia en sus manos. pero mas sin embargo al verme no hizo ningún ademan de sorpresa, ni ordeno mi detención, se acerco a mi.
y mientras fumaba su pipa comenzó a hablar.

-¿Carlos Llanos?-me pregunto el general.
-Si, una sorpresa encontrarle de esta forma general-Le dije.
-Lo se muchacho, mejor momento para encontrarte no pudo haber, espero y aun continúes jugando a lo mismo de antes, que de eso depende tu vida hoy-Dijo con una expresión de alegria en su rostro-. Creo que se avecina un buen momento, a la primera orden que mencione, mis hombres te detendrán y fusilaran antes de que lleguen los gringos, te propongo algo que se me ha a ocurrido justo ahora y que sutilmente puede salvarte la vida. si combates conmigo hoy, y dejas ver de que madera estas hecho, te perdonare la vida y te dejare en paz, ocupo tu escopeta y tus explosivos, yo no se usar esas cosas, así que quiero que hagas una linea de defensa de 100 metros, para que la detones en cuanto lleguen. No importa que sea algo aleatorio, solo quiero causar algo de daño y despistarlos. Quiero que te mantengas en mis filas, si sobrevives seras libre, ¿te parece Carlos?
-En vista de que son pocas las opciones, acepto. necesito escaven a 20 cm en  esos en esos 100 metros que ordena.
-Enterado-Me contesto y al momento envió a sus hombres a trabajar conmigo, mientras un grupo mas numeroso comenzaba a escavar trincheras de manera improvisada.

levaba 6 horas y los estadounidenses no llegaban, el general continuaba fumando su pipa, y yo después de cimbrar la dinamita me había ido a limpiar mis pieles, como que si el general no supiera que lo que en verdad llevaba en mis mochilas eran las joyas hurtadas de la esposa del gobernador.

Escuche un zumbido y creí que era un mosco, pero entonces la multitud comenzó a gritar y mirar hacia el cielo, era un aeroplano, jamas en mi vida me había encontrado con algo como eso. Miraba nuestra posición e informaría a los gringos para que tuvieran un mejor rendimiento en batalla, pasaba cínico una y otra vez observándonos, y aunque mas de uno se atrevió a dispararle, las balas contrarrestadas por la ley de gravedad no producían el mas mínimo daño a tal altura, lo único que podíamos hacer era mirar.

Tanto hombres como trincheras estaban listas, cuando un jinete gringo se acerco, bajo de su caballo y para sorpresa nos dimos cuenta se trataba de un general desarmado.

-Queremos, nos entregue a aquel hombre (Me apuntaba a mi) y nos permita pasar mas allá del arenal, estamos en busca de un grupo de desertores y ese hombre que esta en sus filas, a estado ayudandoles a escapar, abran el camino o se encontraran confrontaciones-. Dijo el general americano en un español mas que aceptable.
-Esperen a que mi superior me informe la aprobación de tal decisión para evitar un mal entendido, que mientras tanto de esta linea no pasaran, ya han sobrepasado con muchas millas lo acordado.
-Entonces tenga por sabido que para morir son los hombres general.
-Pues mis soldados saben morir general,  si cree poder pasar inténtelo.

El general gringo escupió al suelo y regreso con los suyos, entonces Artea me dirigió la palabra de nuevo.
-¿Así que ademas de hacer explotar cuanta cosa te ponen enfrente ayudas a desertores?-.
-Es mentira general, a mi parecer tienen indicios de encontrar villistas en la zona, por eso se han lanzado a mi, pensando que era uno de los suyos, me sorprende me lo cuestione pues usted ya sabe mis negocios.-Le conteste.
Artea dejo escapar una sonrisa.
-No iba en serio hijo, era lo que ellos llaman un "sarcasm", no se si Villa este en el sur, pero yo no dejare que pasen estos cabrones, que si lo permito en menos de lo que pensamos estarán en Guatemala.

El aeroplano llego por segunda vez, vio nuestras trincheras, giro varias veces y después regreso. En cuanto se fue, Artea comenzó a caminar al rededor de las sanjas y miro con desconfianza los explosivos, acaricio los caballos y checo que su pistola estuviera cargada, después se hinco y tomo un puño de tierra, lo olio y lo volvió tirar al suelo, después se levanto, acomodo su uniforme y grito:

-¡Octava y novena compañía de caballería al este, resguardense a 400 pies de la artillería ¡Doceava compañía  quiero que estén a media milla de las trincheras con los caballos restantes!, ¡Estén a la carga a bandera morada!, ¡El resto del batallón y la primera de sanidad a las trincheras!. Que dios esté con nosotros.

Esparamos media hora hasta que por fin los americanos llegaron bombardeando toda el area, pero sin dañarnos en lo mas minino, les habían fallado sus cálculos y solo crearon un montón de boquetes en la retaguardia.

Nadie disparaba parecían estar muy concentrados, entonces la caballería estadounidense se hizo ver lanzando disparos al azar, el general no mencionaba palabra alguna, cuando vio que era una distancia considerable entonces hablo a su trompetista y este después lanzo un sonido de batalla que provoco el lanzamiento de piezas de artillería combinado con metrallas y los fusiles mexicanos, varios soldados cayeron al suelo y otros mas se tropezaban con ellos, pues no se habían dividido aun, entonces el general hizo izar la bandera morada  al momento de que me hacia encender los explosivos, varios caballos cayeron al suelo y muchos otros aturdidos se hicieron a los lados, y sus jinetes al no poder controlarlos cayeron mientras las balas metrallas les sacaban las entrañas. Los jinetes de la caballería mexicano salieron de sus escondites brincando las trincheras y lanzando pedazos de tierra adentro, algunos caían heridos al suelo y sanidad se acercaba de manera inmediata a darles atención.

Los pocos gringos que aun quedaban de pie, fueron aplastados por la primera avanzada mexicana, y muy pocos lograron lanzarse a retirada.

El general movió su caballeria y envió heridos a retaguardia, recibió un informe rápido de sus coroneles, y ordeno que todos estuvieran listos para un segundo ataque, el cual parecía ser inmediato, el aeroplano regreso y dejo caer explosivos que se detonaron en el aire, al ver que no podía dañarnos bajo de altura, eso le hizo vulnerable y recibió un nutrido numero de disparos, el avión comenzó a planear averiado por el arenal y aterrizo de mala forma dando un tremendo golpe, una escuadra se acerco y el piloto disparo con un revolver, entonces tiraron a quemar ropa y cayó muerto sobre el mortor del aparato, recogieron los explosivos y los repartieron entre la infantería.

Nuevamente los americanos lanzaron un bombardeo,  ahora mucho mas preciso, casi rosando las trincheras, solo un proyectil cayo dentro, acecinando a media sección, sanidad poco podía hacer, pero aun así los llevaron a retaguardia, detrás de las piedras donde se encontraba la artillería aun intacta.

Repitieron la misma estrategia pero ahora con el doble de hombres, nos igualaban en numero y esta vez no pudimos repelerlos tan fácilmente, aunque ambos grupos de caballería les hicieron frente no pudieron hacer mucho, entonces se ordeno que toda la infantería saliera de la trinchera, el combate fue cuerpo a cuerpo, tan corto que no daba tiempo de cargar fusiles, así que nos vimos en necesidad de usar bayonetas. El general estadounidense callo muerto y también su segundo a cargo, al no tener líder y sin saber que hacer se replegaron a torreón. Entonces pude ver los 200 cuerpos entre mexicanos y gringos que yacían tirados en el desierto, algunos aun agonizando mutilados entre la arena, mientras sus compañeros les aplicaban torniquetes improvisados a la espera de los médicos.

Sangraba de la frente, un americano casi me atravesaba la cabeza con su bayoneta, busque a Artea y lo encontré malherido tirado en una trinchera dando ordenes a su segundo.
-General, he cumplido con mi parte del trato deseo tener permiso de retirarme al sur, y en vista de que perdí mi caballo le pido me deje tomar uno de los que los americanos dejaron-Le dije, intentando cuidar el porte militar.
-Adelante, ya no tienes nada que hacer aquí, un sargento te dará algo de agua y comida, que si te enviara al sur sin provisiones es como fusilarte pero de manera mas lenta, ahora aléjate de mi vista... ¡Coronel Rodriguez! tráigame una hoja en blanco la firmare para que usted escriba el informe arriba, que no creo tener aliento como para terminarlo, si hay algo que odio es dejar las cosas inconclusas.
Justo después de firmar el papel pareció faltarle el aire y  murió aun como la pluma en la mano.

Ayudé a subir algunos heridos a las carretas y acompañe al batallón unas cuantas millas, después me separe de ellos tornando al oeste rumbo a Durango. Nadie se despidió de mi y no me extraño en lo mas mínimo.

A mis 78 años un continuo respetando el paralelo 25, mi nombres es Carlos Llanos Medina, y aun recuerdo hasta mas ultimo detalle el arenal de Torreón. 

Dedicado al General Félix U. Gómez y a los caídos en la batalla de "El Carrizal".

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