Jorge se mantenía
esperando en una banca de un parque bastante céntrico, pero alejado de los
comercios que comúnmente abundan en el centro de las ciudades mexicanas, parecía
un área residencial con bastantes niños y algunos restaurantes, miro la hora y
se dio cuenta que ya llevaba 30 minutos fantaseando con regresar 8 años atrás
en el tiempo y sobre como es que tomaría las decisiones de su vida si las
volviera a tener, imaginaba que era sencillo, que regresando y con un par de
palabras mas, bastaría para arreglar su vida. Pensó en Laura, la chica que lo
busco durante meses insinuándole a Jorge que diera el primer paso, pero que este
por alguna razón que no recuerda se evito a dar.
Era una buena muchacha,
muy inteligente, cariñosa y además bastante bonita, de piel blanca labios rojos
y pelo castaño.
-¿Que habría sido de mi
vida si compartiera mis instantes con ella?-Susurro Jorge.-
-Indudablemente,
tenerla contigo seria un factor más para que te equivocaras de nuevo en tu
vida, o para que el destino te volviera a golpear una vez mas - Dijo una voz
dulce que salía detrás de la banca.-
Jorge volteo y vio a
una mujer sentada en el pasto, que mientras le daba la espalda tejía una
servilleta.
-Bien dicho, bonita
servilleta: Jorge, mucho gusto-Se presento con en tono amable, la verdad es que
para ser un domingo por la tarde ansiaba mucho platicar con alguien-
-Verónica, y el gusto
es mio-Dijo ella sin mirar hacia él, llevaba un largo velo en la cabeza, pero
eso no evitaba ver su largo pelo rizado color negro-. Llevas bastante rato aquí,
créeme que sea quien sea la persona que esperas no vendrá, imagino que ni
siquiera te ha enviado un mensaje, eso es una señal mas.
Jorge sonrió al momento
que se levantaba de la banca.
-La verdad es que ya
pensaba irme ¿Vienes aquí con tus hijos?- le pregunto Jorge.
-No tengo hijos muchacho,
¿Ves esa librería? Es mi casa, vivo con mi abuela y si me ves aquí tejiendo es
que no soy admiradora de las telenovelas de la tarde, mi abuela se esta
quedando sorda y tiene que poner la televisión a todo volumen.
-Vender libros suena un
negocio muy agradable-
-Si vendiera mas de Gabriel
García Márquez, lo seria sin duda; la verdad es que solo vienen por libros
estudiantiles y si acaso por algún best-seller o un libro de auto superación
con titulo llamativo-.
Jorge sonrió, a el también
le dolía que los grandes autores tuvieran tan bajas ventas.
-¿Tienes planes para lo
que te queda de tarde?-Le dijo Jorge-
-Además de seguir
tejiendo, ninguno-. Contesto Verónica alegre, ya se había levantado y le miraba
de frente, dejando ver su cara se veía mucho mas joven-.
-¿Qué dices si te
invito un café entonces?-le invito Jorge.
-Digo que no puedo
tomar café-.
-¿Y que tal una nieve?-.
-Demasiado dulce-.
-Por lo visto lo que quieres es una cerveza-Bromeo Jorge-.
-Claro que no, es
demasiado agria y además no puedo tomar alcohol-.
-Okay entiendo,
entonces me iré a caminar por ahí, adi…-
-Eso me agrada,
vallamos entonces-interrumpió verónica.
Verónica se acomodó su
vestido, rodeo la banca y se acercó a Jorge.
-¿Ir a donde?-.Pregunto
Jorge confundido.
-A caminar, tú lo propusiste-
Respondió verónica, mientras se guardaba su servilleta y sus agujas en una
bolsa.
Caminaron dando círculos
al barrio, entre las calles mas antiguas de la ciudad, algunas de las casas que
se veían tenían mas de 100 años y aunque descuidas no dejaban escapar en ningún
momento la melancolía que siempre habían conservado. Verónica le platico de su
familia, y como es que huyeron de irán durante la invasión iraquí, cuando ella
apenas tenia 5 años, su padre ahora trabajaba en Chiapas vendiendo telas, a su
padre no le agradaba la idea de dejarla sola mientras él trabajaba todo el día,
así que la dejo encargada con su abuela, quien ya viva en Zacatecas desde antes
de la guerra.
-No puedes imaginarte
todo lo que tuvimos que hacer para conseguir un salvoconducto
que nos llevara a Turquía y luego a México, vivíamos a pocos kilómetros de la
frontera con Irak, noche tras noches escuchábamos las explosiones de los abuses-.
Le contaba verónica-.
-Yo nunca he vivido una
guerra, tienes suerte de haber tenido tu abuela aquí-. Dijo Jorge.
Aunque de pelo rubio y
ojos verdes, Jorge tenía origen semita, era judío. Pero temía que decirlo, creia que causaría
un momento incomodo.
Caminaron hasta al
anochecer, entonces fueron hasta la librería donde Jorge se despidió de Verónica.
-Fue un gusgo platicar
contigo, alegraste demasiado mi tarde-.Dijo Verónica.
-Tu alegraste la mia,
si no te hubiera encontrado habría terminado viendo telenovelas también-.
-¡Todo menos eso por
favor!-Lo dijo en un tono burlón-.
Una voz mayor se
escucho desde la librería, y entonces Verónica entro, se despidió con una sonrisa.
Jorge hizo lo mismo y se alejó lamentándose no haberle pedido su numero. En la banca vio a Katia llegar, la muchacha que esperaba y hasta ese momento su
actual novia, llevaba vestido de noche y zapatos de tacón. En cualquier día Jorge
se habría acercado a ella, pero no lo hizo, se quedo detrás de un arbusto viéndola.
Katia al no ver a nadie
en la banca encendió un cigarrillo, y después de probarlo lo tiro al suelo,
llamo a un taxi y se fue. Jorge sabia de
que trataba, ella le inventaría un compromiso y se iría unos instantes después
de estar con el, no era la primera vez que lo hacia esperar 3 horas para estar
con el 20 minutos y después irse. A si que prefirió evitarse la molestia.
Se acercó a un
restaurante y pidió un cappuccino para llevar, subió a su coche y del resto de
su día ya no hubo nada importante que contar, esa muchacha persa le había
movido bastante, tenía desde la preparatoria sin sentirse así. Esa vez durmió con
una sonrisa en su rostro.
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