domingo, 2 de junio de 2013

Bancas Verdes


Jorge se mantenía esperando en una banca de un parque bastante céntrico, pero alejado de los comercios que comúnmente abundan en el centro de las ciudades mexicanas, parecía un área residencial con bastantes niños y algunos restaurantes, miro la hora y se dio cuenta que ya llevaba 30 minutos fantaseando con regresar 8 años atrás en el tiempo y sobre como es que tomaría las decisiones de su vida si las volviera a tener, imaginaba que era sencillo, que regresando y con un par de palabras mas, bastaría para arreglar su vida. Pensó en Laura, la chica que lo busco durante meses insinuándole a Jorge que diera el primer paso, pero que este por alguna razón que no recuerda se evito a dar.
Era una buena muchacha, muy inteligente, cariñosa y además bastante bonita, de piel blanca labios rojos y pelo castaño.
-¿Que habría sido de mi vida si compartiera mis instantes con ella?-Susurro Jorge.-
-Indudablemente, tenerla contigo seria un factor más para que te equivocaras de nuevo en tu vida, o para que el destino te volviera a golpear una vez mas - Dijo una voz dulce que salía detrás de la banca.-
Jorge volteo y vio a una mujer sentada en el pasto, que mientras le daba la espalda tejía una servilleta.
-Bien dicho, bonita servilleta: Jorge, mucho gusto-Se presento con en tono amable, la verdad es que para ser un domingo por la tarde ansiaba mucho platicar con alguien-
-Verónica, y el gusto es mio-Dijo ella sin mirar hacia él, llevaba un largo velo en la cabeza, pero eso no evitaba ver su largo pelo rizado color negro-. Llevas bastante rato aquí, créeme que sea quien sea la persona que esperas no vendrá, imagino que ni siquiera te ha enviado un mensaje, eso es una señal mas.
Jorge sonrió al momento que se levantaba de la banca.
-La verdad es que ya pensaba irme ¿Vienes aquí con tus hijos?- le pregunto Jorge.
-No tengo hijos muchacho, ¿Ves esa librería? Es mi casa, vivo con mi abuela y si me ves aquí tejiendo es que no soy admiradora de las telenovelas de la tarde, mi abuela se esta quedando sorda y tiene que poner la televisión a todo volumen.
-Vender libros suena un negocio muy agradable-
-Si vendiera mas de Gabriel García Márquez, lo seria sin duda; la verdad es que solo vienen por libros estudiantiles y si acaso por algún best-seller o un libro de auto superación con titulo llamativo-.
Jorge sonrió, a el también le dolía que los grandes autores tuvieran tan bajas ventas.
-¿Tienes planes para lo que te queda de tarde?-Le dijo Jorge-
-Además de seguir tejiendo, ninguno-. Contesto Verónica alegre, ya se había levantado y le miraba de frente, dejando ver su cara se veía mucho mas joven-.
-¿Qué dices si te invito un café entonces?-le invito Jorge.
-Digo que no puedo tomar café-.
-¿Y que tal una nieve?-.
-Demasiado dulce-.
-Por lo visto lo que quieres es una cerveza-Bromeo Jorge-.
-Claro que no, es demasiado agria y además no puedo tomar alcohol-.
-Okay entiendo, entonces me iré a caminar por ahí, adi…-
-Eso me agrada, vallamos entonces-interrumpió verónica.
Verónica se acomodó su vestido, rodeo la banca y se acercó a Jorge.
-¿Ir a donde?-.Pregunto Jorge confundido.
-A caminar, tú lo propusiste- Respondió verónica, mientras se guardaba su servilleta y sus agujas en una bolsa.
Caminaron dando círculos al barrio, entre las calles mas antiguas de la ciudad, algunas de las casas que se veían tenían mas de 100 años y aunque descuidas no dejaban escapar en ningún momento la melancolía que siempre habían conservado. Verónica le platico de su familia, y como es que huyeron de irán durante la invasión iraquí, cuando ella apenas tenia 5 años, su padre ahora trabajaba en Chiapas vendiendo telas, a su padre no le agradaba la idea de dejarla sola mientras él trabajaba todo el día, así que la dejo encargada con su abuela, quien ya viva en Zacatecas desde antes de la guerra.
-No puedes imaginarte todo lo que tuvimos que hacer para conseguir un salvoconducto que nos llevara a Turquía y luego a México, vivíamos a pocos kilómetros de la frontera con Irak, noche tras noches escuchábamos las explosiones de los abuses-. Le contaba verónica-.
-Yo nunca he vivido una guerra, tienes suerte de haber tenido tu abuela aquí-. Dijo Jorge.
Aunque de pelo rubio y ojos verdes, Jorge tenía origen semita, era judío. Pero temía que decirlo, creia que causaría un momento incomodo.
Caminaron hasta al anochecer, entonces fueron hasta la librería donde Jorge se despidió de Verónica.
-Fue un gusgo platicar contigo, alegraste demasiado mi tarde-.Dijo Verónica.
-Tu alegraste la mia, si no te hubiera encontrado habría terminado viendo telenovelas también-.
-¡Todo menos eso por favor!-Lo dijo en un tono burlón-.

Una voz mayor se escucho desde la librería, y entonces Verónica entro, se despidió con una sonrisa. Jorge hizo lo mismo y se alejó lamentándose no haberle pedido su numero. En la banca vio a Katia llegar, la muchacha que esperaba y hasta ese momento su actual novia, llevaba vestido de noche y zapatos de tacón. En cualquier día Jorge se habría acercado a ella, pero no lo hizo, se quedo detrás de un arbusto viéndola.

Katia al no ver a nadie en la banca encendió un cigarrillo, y después de probarlo lo tiro al suelo, llamo a un taxi y se fue.  Jorge sabia de que trataba, ella le inventaría un compromiso y se iría unos instantes después de estar con el, no era la primera vez que lo hacia esperar 3 horas para estar con el 20 minutos y después irse. A si que prefirió evitarse la molestia.

Se acercó a un restaurante y pidió un cappuccino para llevar, subió a su coche y del resto de su día ya no hubo nada importante que contar, esa muchacha persa le había movido bastante, tenía desde la preparatoria sin sentirse así. Esa vez durmió con una sonrisa en su rostro.


  

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