lunes, 7 de noviembre de 2011

Luz En La Neblina.





Era otra fresca tarde de otoño más, y seguía caminando. La luz atravesaba el follaje de los robles, y al mezclarse esta con la neblina producía columnas de luz blanca, las cuales yo atravesaba al caminar.

Mantenía mi mirada fija asía al frente, estaba cansado pero continué un poco mas, podría salir del banco de neblina si lo quisiera, bastaría con subir un poco mas en la montaña y caminar a esa altura, entonces podría ver la tiniebla desde aya arriba, se vería mas linda desde ahy, y no me molestaría tanto al respirar, mas sin embargo quería seguir por el sendero que había comenzado a recorrer desde que el día había comenzado, aun y cuando el lodo sobre mis pies era abundante y la yerba seguía hiriendo mis piernas; puesto que eso se compensaba, con el deleite que llegaba a tener mientras escuchaba el cantar tan vago y profundo de las aves que descansaban sobre mi; a ellas no les importaba que tanto ruido hiciera, ellas no me consideraban alguien a quien temerle o tomarle atención. Su canto seguiría de cualquier forma.

De pronto las aves callaron, y el viento dejo de soplar, todo se detuvo, como que si hubiera una bomba de silencio frente a mi, mire asía arriba otra vez, la luz y la neblina continuaban hay, tal era el silencio, que llegue a creer que se podía escuchar el sonido de los rayos de la luz, respire, gire mi cabeza, pensando en seguir caminando., pero mi pensamiento se detuvo al encontrar a alguien mas en ese lugar. Era un anciano, llevaba una camisa azul desabotonada en su pecho, un pantalón roto de un color obscuro y un sombrero desgastado, que me impida mirar su cara, estaba pues aquel hombre sentado en una roca, mirando el suelo, y agitando con una pequeña vara el lodo que estaba a sus pies.

Yo le miraba estupefacto, el no estaba hay asía unos segundos, era como que si el silencio lo hubiera traído asta ese lugar, intente saludarle, pero no lo logre, justo cuando las palabras estaban por salir de mi boca, el se adelanto.

-¿Estas seguro que aun puedes seguir?-me dijo en un tono frío y sin retirar la mirada del suelo.
-si, lo are, seguiré, ¿a que la pregunta?-le respondí.
-aquí, en este bosque nadie sabe a donde va, ni nadie sabe si puede seguir, y cuando creen que puede hacerlo, nunca saben que camino tomar, por ello muchacho, ¿En verdad estas seguro que puedes continuar?
-ya se lo dije, lo are.
-no camines nunca sin poder ver, y mucho menos sin tener camino-me respondió.

Esas sencillas palabras hicieron que mi mente se diera cuenta de muchas cosas, era como que si quisiera conservar mi ceguera, aun y cuando ya no podía seguir mas adelante, aun y cuando la luz se había ido de mi, y lo único que podía hacer era verla, aun y cuando hacia mucho que no me daba su calor, aun y mientras sabia que no lo volvería a sentir jamás.

Aun y cuando el camino seguía tan difícil y casi imposible de recorrer y aun mas de encontrar donde ir. 

Serré mis ojos un momento y después suspire, fueron palabras sin muchas cosas especiales en ellas, pero me habían cambiado la idea que tenia de un camino.

-lo siento, no caminare por la neblina, mis pulmones se han cansado de tanto respirarla, y aunque la luz del sol y el canto de las aves me asen sentir tranquilo aquí, se que esas cosas solo las podre apreciar, pero nunca tenerlas cerca de mi-le respondí con decisión.

Después de contestarle esto, volví a mirar al cielo, la luz por fin se había ido de mi vista, pero la neblina seguía igual de intensa. Volvió entonces el viento a soplar, y las aves continuaron su canto con mas fuerza, eso me hizo sonreír,  pero no me quedaría, puesto que era esa una razón mas para salir de hay.

-¿te iras entonces muchacho?-me pregunto otra ves el anciano.
-si, me iré, eh entendido tarde que no puedo caminar aquí, pero subiré mas arriba del banco será hay donde busque mi camino, espero verle aya arriba también.
-no muchacho, yo aquí pertenezco, y aquí me quedare por siempre, mi vida es esto, solo neblina y en ocasiones alguno que otro rayo de luz, no es que me guste el lugar, pero no puedo irme aunque lo quisiera.
-suerte entonces señor, tenga por seguro que le recordare aya arriba. Mirare asía al banco de vez en cuando, pero a partir de ahora, evitare siempre caminar por estos lugares, donde no sabes que vez, y por lo tanto no sabes a donde vas.
-la neblina tiene a veces sus momentos de gozo-dijo con firmeza.

Al decir esto levanto su sombrero y dejo ver su cara. Su semblante era como el de cualquier hombre cansado, sus cejas estaban teñidas de blanco, igual que su barba y las arrugas habían cubierto su cara, mas sin embargo, fue su mirada tan penetrante y dura, la que me causo asombro, y me dejo mirándole durante algunos instantes. No le mencione ninguna otra palabra, le di la espalda y comencé a subir. Aun no se exactamente de quien se trataba, pero eso no significa que no me sienta agradecido con el.

Poco a poco, la claridad se hacia cada ves mayor, y mi respirar mas relajado, seguí caminando, ahora sabia que en cualquier momento llegaría a mi destino puesto que ahora podía ver de mejor manera, pero la pregunta quedaría aun pendiente.

¿A donde voy?... esa pregunta la responderé yo mismo, y no esperare otra vez a que algo en mi camino me haga encontrar la respuesta por mi.

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