viernes, 2 de junio de 2017

En Construcción



Un día, como cualquier otro, el sol molestando mi vista en la entrada, pero me siento feliz a cada paso que doy, me siento realizado viviendo el sueño que quiero vivir, me lleno de alegría, todo me gusta, todo me parece bello y me agrada en verdad, todo lo que me rodea me hace sentirme que estoy en el lugar correcto, el pasto rodeando el pasillo, la neblina esfumándose entre el cielo que comienza a volverse azul de nuevo, cada paso descendiendo por los escalones y mis botas polvorientas cuando miro hacia abajo para no dar un mal paso.

Miro las paredes de la facultad, y veo un mural que fue pintado sobre pintura naranja previa, que desastre, el color comienza a perderse y caer a trozos quien sabe por qué,  mientras veo a los profesores desfilar al checador, a la izquierda escucho un susurro, es Lilia que saluda como a 50 metros de mí, solo puedo levantar mi mano y saludar mientras se va, me quedo pensando en lo mismo que cuando venían en el camión, en cómo resolver el problema que llevo en mis cuadernos, y de cómo se lo explicare a mi profesor. 

Y ahora en la biblioteca, me encuentro con ganas de expresarme con mis amigos, cuando solo una hoja blanca en Word y una playlist de youtube me son compañía, me hacen sentir que hay tantos estudiantes que he conocido por aquí, y que me han dado tan amenas impresiones, pero que no me he atrevido a conocer en verdad, porque quiero tener algo que ofrecer antes de encontrarme con quienes cambiaran mi vida. Recuerdo a tantas personas que se han quedado guardadas en mi mente con mucha intensidad, rebobino mi nerviosismo cuando casi por accidente o por impulso me atreví a entablarles conversación, me vienen a la mente las palabras torpes y las conductas malsanas que deje esfumarse en cada oración y cada gesto, de manera tan notoria, que hasta algún tipo de temor he de haber provocado, en cierta manera esos accidentales encuentros me recuerdan que aún no es el momento, pero que puedo llegar a él pronto, esforzándome otro día más en leer lo que me propuesto, esos libros que en su contraportada prometen dar la información necesaria que junto a mi esfuerzo darán solución a los más graves de mis defectos. La lista es aun larga, pero cada vez que llego a la última página de cada libro, sé que cada párrafo subrayado ha dejado en mi conducta un ladrillo más en mi construcción.

Hay algunas personas que son tan importantes para mi, de quienes me esforzado en conocer a partir de las palabras y emociones que expresan a sus amigos, pero a quienes no quiero encontrar en mi camino hasta haberme construido la mente que deseo tener, me siento arrepentido algunas veces desde luego, pues se que hay personas dispuestas a tolerar mis aberrantes defectos y aun así trato de huir, lo siento no quiero volver a ser otra vez, un obstáculo en las vidas de las personas que han decidido darme su atención.

Y es verdad que tendré que sufrir llegado su tiempo, cuando no pueda verles por los pasillos del Instituto, ni por las calles de la ciudad, no niego que eso me pone triste, pues al menos ayer un caso particular, me provoco llegar a ignorar el calor de junio y las ganas de dormir, por sentir el suave dolor de extrañar, pero no quiero hacer daño a nadie más, no me importa que tenga que pasar prácticamente solo, el ultimo trozo de mi juventud.

Ojalá y esta construcción hubiera comenzado hace 10 años, tal vez mi vida hoy sería distinta, al menos, no tan solitaria.  



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