Recordó el olor de la madera vieja, curtida por la sal y el
sol, pudo ver el humo que rodeaba todo el puerto, y tuvo en sus narices de
nuevo el aroma de los cigarros que fumaban los marineros. Pisaba el suelo sin
usar zapatos cuidadoso de no encajarse alguna astilla o un pedazo de vidrio, cosas
que siempre abundaba en los muelles de descarga. Esquivaba grúas eh indígenas cargando
grandes costales llenos de granos y frutas aun verdes, gritaba con enjundia con
un marcado acento potosino mientras miraba los zapatos sucios con gozo latente
de que quien tenias sus pies en ellos pudiera aceptar pagar los servicios de
julio y quizás asta dar una buena propina como para tener comida ese día.
Julio ya no estaba en el desierto, estaba frente al mar en
una mañana cualquiera de otoño el calor se había ido, el dolor en sus huesos
producto del veneno desaparecía, vivía sus últimos segundos en el mundo recreando
para su corazón su vida misma.
Aun no me atrevo a publicar completamente mi cuento, siento que necesito un buen editor. puesto que mi gramática y mi ortografía es bastante mala, no quisiera publicar una barbaridad ante todos, aun así en cuanto tenga algo mas o menos digno en mis manos, lo mostrare sin lugar a dudas.
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